A escasos días de haber celebrado la llegada de un nuevo año, resulta inevitable echar la mirada hacía atrás, hacer balance. Y en nuestro caso, es imposible desligar 2021 del diseño sostenible y pensar en un 2022 consagrado al ecoBranding.

 

Índice de contenidos

  1. Doce meses volcados en la perspectiva ecológica.
  2. Un año sostenible a pesar de las dificultades.
  3. La responsabilidad del diseñador también es ambiental.
  4. Nuestros propios retos de cara a 2022.

 

1. Doce meses volcados en la perspectiva ecológica

Como decíamos, los últimos 12 meses han sido decisivos en nuestra postura respecto al diseño ecológico o diseño sostenible de bienes y servicios. Lo es por varias razones:

 

  • Por los trabajos llevados a cabo

Porque cada vez han sido más los proyectos abordados de manera integral desde una perspectiva sostenible. Trabajos planteados, ejecutados y revisados desde una posición real de ecoBranding. Y porque estos se han saldado con resultados exitosos a muchos niveles: de empresa/cliente, de usuario final, de huella social y medioambiental...

 

  • Por una creciente sensibilidad

Convencer al cliente del impacto positivo del ecoBranding sobre los costes empresariales ya no es una misión imposible. Cada vez son más las personas conscientes de esta ventaja competitiva y las abiertas a su aplicación en nuevas campañas comerciales o promocionales. Una parte ardua del camino hacia el diseño sostenible se está allanando.

 

  • Porque la sostenibilidad tiene premio

Hasta hace relativamente poco, que una empresa recibiera un galardón por su implicación con la sostenibilidad era ciencia ficción. Hoy en día, se trata de una característica muy valorada, cuando no deseable o exigible, y eso es de celebrar. Ojalá de aquí a otros 12 meses no existan premios a entregar porque toda empresa cumpla dicho modelo.

 

 

2. Un año sostenible a pesar de las dificultades

Podríamos esgrimir más razones que nos ayudasen a sustentar este argumento: que 2021 ha sido un buen año para el ecoBranding y el diseño sostenible, al menos para nuestro equipo, el que forma parte de Ideolab.

Podríamos hablar de una cartera cada vez mayor de proveedores que trabajan en nuestra misma línea, de más oportunidades de aplicar toda nuestra experiencia y formación al respecto, de una aceptación cada vez mayor del mercado de consumo por bienes y productos ecodiseñados... Pero lo que esperamos, realmente, es que 2022 afiance esta postura. Y realmente, así creemos que sucederá.

Que lo haga a pesar de los resultados, para muchos nefastos, de la última de las conferencias del cambio climático. A pesar de las personas negacionistas, de las oportunistas (esos que dan alas al ecoblanqueo), de las necias, de las poco profesionales. A pesar de las trabas administrativas y económicas. A pesar de los lobby de presión. Porque necesitamos medidas contundentes para frenar la crisis climática. Aunque eso ya lo sabéis.

También podríamos seguir con los “a pesar de…”, porque son muchos.

La crisis sanitaria, con la que aún estamos lidiando, vaticinó de hecho un replanteamiento del sistema productivo, de la forma de hacer las cosas. Pero muchos temen que todo acabe en buenas palabras.

Al fin y al cabo, ya ha pasado. Sin ir más lejos hace poco más de una década, cuando la crisis económica, desatada por la burbuja inmobiliaria, planteaba una relectura del capitalismo. Muy poco ha cambiado desde entonces.

Sin embargo, preferimos ser optimistas; pensar que si 2021 significó un paso hacia delante en el ecodiseño y ecoBranding de bienes y servicios, 2022 puede serlo en mayor medida.

De hecho, el año que acabamos de despedir nos ha dejado la sensación, más patente aún si cabe, de que hablar de diseño sostenible es hacerlo de una idea ya caduca. Todo diseño debe ser así, sostenible, porque tiene una obligación que no puede eludir. Una obligación que va más allá de lo social y que tiene que ver con lo natural.

 

 

3. La responsabilidad del diseñador también es ambiental

Recientemente, Albert Isern, el que fuera presidente durante 17 años de la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos del FAD (ADG-FAD), señalaba que el diseño es un método al servicio de la sociedad, que «funciona tanto a nivel de efectividad comercial como de aportación cultural en el entorno en el que se manifiesta» y añadía: «El diseño tiene una difusión tan amplia que conlleva también una gran responsabilidad».

Estas declaraciones, que recoge Yorokobu en un contenido (muy recomendable) sobre los 60 años de la FAD, nos recuerdan el papel que jugamos los diseñadores en la actual sociedad.

Un papel de responsabilidad en el que la perspectiva ambiental ha tomado una posición predominante. En 2022 no podemos hacer otra cosa que estar, más si cabe, a la altura.

Si algo sabemos a ciencia cierta hoy en día es que construir un futuro más ecológico es apostar por la sostenibilidad empresarial. Es decir, que lo económico, lo productivo y lo eficiente no está reñido con la capacidad de crear productos y servicios respetuosos con el entorno y con la salud.

De la misma manera que el diseño crea cultura, ha de crear no ya un futuro mejor, sino un futuro sostenible desde la perspectiva habitacional, de la propia supervivencia de nuestros ecosistemas tal y como los conocemos, de la existencia del ser humano.

 

 

4. Nuestros propios retos de cara a 2022

Los retos son muchos de cara a este 2022 que acabamos de entrenar, al menos desde el punto de vista del diseño sostenible. Pero si tuviéramos que categorizarlos, en Ideolab apostaríamos por los siguientes:

 

En definitiva, en Ideolab seguiremos apostando este año por una filosofía de diseño solo sostenible, que jamás pierda de vista los ODS y que ayude a nuestro tejido empresarial a crecer con visión y alternativa de futuro.

¿Por qué creemos en el ecoBranding como estrategia definitiva para lograrlo? No hacerlo carecería de sentido. ¿Por qué no tomar un camino que solo ofrece ventajas a nivel particular y colectivo? Nuestra responsabilidad es para con nuestros clientes y clientas; pero también respecto a la sociedad y el bien común. No lo olvidemos.