Para quienes aún no los conozcáis por sus siglas, ODS, dedicamos esta entrada de nuestro blog a los Objetivos de Desarrollo Sostenible o, mejor dicho, al papel que juega el ecoBranding en la consecución de los mismos.

¿Por qué? En primer lugar, porque los también conocidos como Objetivos Mundiales tienen una enorme trascendencia de cara a la consecución del mundo que queremos para un futuro no muy lejano, 2030: prosperidad, sostenibilidad medioambiental y paz, a grandes rasgos. Casi nada.

Y en segundo lugar, porque creemos que las aportaciones de estudios como el nuestro pueden ser decisivas para alcanzarlos en el lapso de tiempo marcado.

¿Decisiva? Quizás alguna persona lectora crea que exageramos, nosotros no lo vemos así. Los caminos del diseño, la publicidad, la comunicación y el marketing digital hacia la conquista de grandes retos son poderosos e inescrutables; los que posibilita el ecoBranding son, además, determinantes.

Índice de contenidos

  1. EcoBranding: soluciones transversales para el futuro
  2. Fortalezas y debilidades en el camino hacia 2030
  3. EcoBranding como instrumento para el cambio

EcoBranding: soluciones transversales para el futuro.

Las propias Naciones Unidas para el Desarrollo así lo señalan: “se necesita la creatividad, el conocimiento, la tecnología y los recursos financieros de toda la sociedad para conseguir los ODS en cada contexto”. Y en este sentido, el ecoBranding aporta soluciones transversales basadas en estos cuatro pilares fundamentales.

En lo que a nosotros nos concierne o más nos toca, en la producción y consumo responsable, objetivo número 12, el ecoBranding tiene mucho que aportar.

Reducir la huella ecológica mediante un cambio en los métodos de producción y consumo de bienes y recursos naturales hacia modelos sostenibles, la gestión eficiente de estos últimos, la reducción de los desechos…, de todo ello y de cómo el ecoBranding tiende una mano hemos hablado varias veces en este blog.

Pongamos un ejemplo. Se estima que, cada año, un tercio de todos los alimentos producidos, y que equivalen a 1300 millones de toneladas por valor de alrededor de 1000 millones de dólares (según datos hechos públicos por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030), termina pudriéndose en los contenedores o se estropea debido a una gestión deficiente.

La responsabilidad en la cadena de malas prácticas que da lugar a tales cifras de desperdicio alimentario es compartida, pues intervienen desde productores a transportistas, mayoristas, minoristas y consumidores. Es más, también lo hacen ideólogos, diseñadores, publicistas… En definitiva, toda persona que forma parte del proceso.

Atajar este problema complejo pasa pues por adoptar respuestas integradas que ofrezcan soluciones eficientes de manera global, es decir, del principio a fin de la cadena de concepción, producción, transporte, consumo, gestión de residuos…, y que implique a los diferentes actores. Y son este tipo de respuestas las que trata de brindar una estrategia de ecoBranding.

El objetivo no es otro que abordar, con una mirada global, problemas a los que se enfrenta toda persona en su vida diaria y cuya respuesta repercute en el devenir mundial.

No estamos hablando de problemas intangibles o retos utópicos, sino de realidades presentes en el día a día de personas y empresas, como son hacer frente a un coste excesivo (económico y medioambiental) de transporte y logística, de consumo de agua o de energía.

El ecoBranding ofrece soluciones específicas a problemas concretos desde estrategias globales. Y eso es lo que este mundo necesita ahora mismo.




Fortalezas y debilidades en el camino hacia 2030

El informe España Circular 2030, estrategia española de economía circular, editado en 2018, habla ya de que este modelo económico podría generar un beneficio de 1,8 billones de euros en el conjunto de la Unión Europea de aquí a 2030, lo que suponía 0,9 billones más que el actual modelo de economía lineal. La cifra merece sin duda la pena.

También dejaba patente una preocupante situación actual: la biocapacidad (es decir, la superficie productiva disponible de un país respecto a la huella ecológica o demanda de recursos naturales) incurre en un importante déficit ecológico o desarrollo no sostenible.

En otras palabras, España consume más recursos de los que dispone, de hecho, necesitaría casi 2,4 veces más superficie para mantener el nivel de vida y población actuales. Si a eso añadimos que según los últimos datos facilitados en España solo se reciclaron el 24,32 % de los residuos, el panorama (y punto de partida hacia el cambio) no resulta muy alentador.

Tampoco la actual situación sanitaria y, como consecuencia, económica y social, pues los esfuerzos financieros se concentran ahora, más que nunca, en soportar la presión sanitaria e impulsar actividades muy tocadas por la covid-19, quedando relegadas o aplazadas algunas de las inversiones sostenibles que se habían planteado sobre la mesa como consecuencia de la emergencia climática. Todo ello a pesar de que la degradación ambiental sea una de las principales causas u origen de este tipo de enfermedades globales.

Nuestra ventaja es que existe una conciencia cada vez mayor de la acuciante necesidad de resolver los problemas planteados en los ODS, en especial los medioambientales, si queremos revertir la situación y construir un futuro certero para entidades, empresas y colectivos sociales. En definitiva, para el conjunto de la humanidad.

Según el eurobarómetro de marzo de 2020, proteger el medioambiente es importante para el 94 % de los europeos, siendo para el 53 % muy importante. En cuanto a los países europeos más preocupados por el cambio climático, España e Italia se sitúan a la cabeza, según datos de la Comisión europea.

De hecho, la Europa post-coronavirus mira hacia la transición verde como eje vertebrador (junto a la digitalización) de un plan de recuperación decisivo para la economía. Esta certeza resulta muy positiva.




EcoBranding como instrumento para el cambio

El sector de los bienes de consumo es estratégico a la hora de redefinir el modelo que deseamos para un futuro sostenible, pues representan una gran fuente de generación de residuos.

Repensar cómo diseñarlos, fabricarlos, distribuirlos y cómo gestionar sus residuos es tarea fundamental que toca a quienes hemos adoptado ya esa mirada global de la que hablábamos: una revisión transversal que pone el foco sobre todos los participantes de la cadena de valor y sobre todos los sectores.

Ello implica la incorporación de prácticas de economía circular, de ecodiseño y de eficiencia energética, así como la asunción de conceptos que hemos de sumir como mantras y de los que hemos hablado en otras ocasiones: durabilidad, facilidad de reutilización, reciclabilidad (sobre todo de envases), recuperabilidad, uso de materiales reciclados, etiquetado, ahorro en materiales, materias primas y recursos energéticos durante el proceso de elaboración, etc.

Quienes nos dedicamos al ecoBranding interiorizamos todos estos conocimientos para aplicarlos desde la creatividad y la máxima personalización en beneficio de productores y consumidores con el fin de alcanzar el reto planteado a nivel europeo.

No solo eso, nos situamos al amparo de las de normas comunitarias al respecto, en la participación de proyectos verticales y en el conocimiento exhaustivo de las conclusiones a las que llegan diferentes grupos de trabajo para responder así a los retos y desafíos no solo de los ODS, sino de los planteados por nuestros clientes y que son, por norma general y afortunadamente, coincidentes.

En definitiva, desde nuestro equipo, abogamos por una forma de hacer sostenible, eficiente y económica para aquellas empresas que se sitúen dentro del marco de actuación europeo en pro del bienestar futuro de la humanidad. Alcanzar los ODS ha de ser una respuesta global y el camino hacia un futuro, económico y social, mejor.