Aprender del pasado siempre resulta fructífero. En materia medioambiental, por ejemplo, existen muchas prácticas que se han ido abandonando con el paso de los años y que hoy intentamos recuperar en pro de la sostenibilidad ambiental y de la sostenibilidad empresarial. Nos referimos, especialmente, a esas que tratan de evitar el despilfarro y el consumo desmedido.
Apostar por la economía de recursos es, en buena parte, echar la mirada atrás. También en lo que respecta al diseño gráfico, esa gran pasión que nos mueve como empresa.
Tras varios años dedicados al derroche en un afán desmedido por meterse al consumidor o consumidora en el bolsillo, llega el turno ahora de quienes abogamos por el éxito del trabajo reflexivo y discreto. De aquel que conecta con los valores de la sociedad actual a través de la innovación, la personalización y la creatividad. Que economiza materiales, energía, espacio, presupuesto… En definitiva, que apuesta por la conservación de nuestro entorno y la mencionada y tan perseguida sostenibilidad empresarial.
Índice de contenidos
- El difícil encaje de productos clásicos en un nuevo concepto de economía circular.
- Motivos por los que modificar un producto de éxito.
- El respeto por una sociedad que consume y la vuelta a la naturalidad.
1. Cuando el medio ambiente es la causa social y empresarial
Los humanos han influido drásticamente en el planeta al menos desde que comenzaron a labrar la tierra y a desempeñar actividades ganaderas con prácticas realmente invasivas. Así lo apuntan cada vez más estudiosos, que dejan a un lado aquella visión que limitaba el impacto de la humanidad y sus desmanes sobre el medioambiente a las últimas décadas para contextualizar sus estragos de un modo más amplio e histórico.
Sin embargo, a pesar de esa larga trayectoria en la relación humanos-planeta en la que este último sale perdiendo, es cierto que la dinámica de los últimos años no ha hecho sino agravar el problema de la sobreexplotación de los recursos: presión demográfica, turismo masivo, monocultivos, deforestación y pérdida de biodiversidad son solo algunos ejemplos de ese suma y sigue que amenaza el equilibrio de nuestro entorno.
Cierto es que la conciencia medioambiental está creciendo y que la actividad social y empresarial ha tomado buena nota de lo que no se debe hacer en pro del planeta. Pero también lo es que en cuestión de 40 años hemos abandonado prácticas que ahora nos serían muy útiles hacia esta nueva meta de conservación y rehabilitación.
La vuelta al comercio de proximidad, a la economía de materiales en procesos productivos, al minimalismo, al ahorro o al uso de materia prima sostenible se perfila como una vuelta de tuerca para construir un futuro más ecológico y un ritmo de actividad empresarial sostenible en el tiempo. Nuestros abuelos y abuelas sabrían cómo orientarnos al respecto.
No nos malinterpretéis, no somos de esas personas empeñadas en que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí de las que pensamos que, a veces, es bueno retroceder para tomar el impulso adecuado.
La preservación del medioambiente no es para nosotros y nosotras una causa social exclusivamente, se trata de garantizar la salud de la ciudadanía y el equilibrio del sistema productivo, del cual, al fin y al cabo, somos parte implicada y, por qué no decirlo, interesada. La sostenibilidad empresarial es necesaria si queremos garantizar la supervivencia de nuestro tejido productivo.
2. Diseño sostenible para evitar el despilfarro
La reutilización de recursos y la belleza de lo simple. El ahorro y la sostenibilidad estaban muy presentes en la vida de quienes habitaban nuestros pueblos y ciudades apenas unas décadas atrás, muchas veces por obligación, por pura conciencia de subsistencia; otras, por amor hacia la tierra y por ese apego especial de quienes saben que dependen íntegramente de ella.
La crisis climática vuelve a hacernos pensar en esos hábitos que tenemos que recuperar.
La cocina de aprovechamiento (según la FAO, un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia a nivel mundial), la reutilización de ropa usada, la reparación de aparatos tecnológicos y otros utensilios, el cultivo de huertos no solo en entornos rurales sino en grandes urbes… Todas estas prácticas evitan el consumo desmesurado y contribuyen a la sostenibilidad empresarial y medioambiental.
En el campo del diseño gráfico, aquel que nos toca de cerca, también una mirada hacia el diseño gráfico tradicional puede devolvernos ciertas prácticas necesarias para construir un futuro posible. De hecho, muchas de ellas se enmarcan dentro de lo que hoy se conoce como diseño sostenible o ecodiseño.
2.1. Repensar el diseño gráfico tradicional
El diseño gráfico ha evolucionado tan rápido como el proceso de digitalización empresarial, olvidando en muchas ocasiones que las nuevas tecnologías, soportes o materiales gráficos para la comunicación visual pueden representar una tabla de salvación para quienes apostamos por esta nueva forma de entender el diseño.
La vuelta al minimalismo, a lo básico, a la pureza y a la sencillez es una apuesta por la economía, por la efectividad y por la transparencia. En definitiva, por la conquista del mercado de consumo sin artificios y por la toma en consideración de millones de consumidores y consumidoras a las que jamás deberíamos subestimar.
Lo orgánico, lo personal y lo exclusivo toman el relevo a través de prácticas que se habían perdido en el camino como la ilustración, la nueva tipografía o la fotografía de autor (que relega a la demasiadas veces explotada fotografía de archivo) en la creación de identidades de marca poderosas, alineadas con los gustos, tendencias e inquietudes de la sociedad actual.
Lo cercano toma la palabra: son los protagonistas de los proyectos empresariales y de las actividades económicas quienes ocupan el espacio antes invadido por el discurso publicitario.
Hoy en día, no venden quienes tratan de convencer, sino quienes trasladan a su público un discurso coherente y bienes y servicios que tratan, sin dañar el entorno, de paliar las necesidades de las familias actuales y futuras. El diseño gráfico, pero sobre todo el ecoBranding, tiene mucho que aportar a ese compromiso empresarial por la sinceridad y la honestidad que algunos creíamos perdido.
3. El respeto por una sociedad que consume y la vuelta a la naturalidad
Los profesionales que ejercemos el ecoBranding como respuesta a los problemas más acuciantes de las empresas (en su relación con el mercado de consumo, en la economía de procesos y materiales, etc.) tenemos presente que el futuro pasa por la recuperación de una actividad más reflexiva.
Queremos aportar claridad en el discurso en un mundo sobresaturado para recuperar la atención del espectador con respeto y naturalidad. Y esto es ecoBranding en última instancia.
Lo ecológico y lo amable con el entorno es la única alternativa en el camino hacia la sostenibilidad empresarial y medioambiental: en los procesos de concepción, diseño, fabricación y distribución. Concebir y diseñar con la mirada puesta en la rentabilidad de un producto pero también en su posterior proceso de reciclaje es, realmente, pensar en verde.
Hablar de sostenibilidad empresarial es hablar pues de minimizar los residuos, de crear productos menos contaminantes y de hacer de nuestra industria y actividades una opción económica más competitiva. Es volver pues a procesos más naturales, más sencillos y eficaces. Por suerte, tenemos la tecnología, la creatividad y la innovación de nuestra parte.
De hecho, el diseño sostenible y el ecoBranding son una herramienta eficaz para ello. También lo es la política de responsabilidad social corporativa, acuciada por el Pacto Mundial de Naciones Unidas, Global Compact. Quizás porque sendos conceptos han tomado el camino hacia la gestión empresarial sostenible a través de la recuperación de valores humanos y de estrategias que ponen a las personas y al medioambiente en el centro de todo. Una senda de la que, como hemos señalado, nos habíamos desviado hace ya varias décadas.
No dejemos pues de buscar en el pasado las respuestas para un futuro posible.