Hemos hablado en anteriores ocasiones de la economía circular. Hacerlo es inevitable. Todo nos lleva a ella. Cada proyecto, cada reto que abordamos. Al menos desde Ideolab, donde damos por sentado que el futuro solo lo será si es sostenible.

De hecho, este concepto marca los pasos a seguir en el diseño o rediseño de cualquier producto o servicio. A veces de manera desapercibida, muy discreta, como ocurre con los grandes cambios, aquellos que marcan un antes y un después en nuestra forma de entender la vida.

Como decimos, los últimos años han marcado el presente y futuro en el diseño de bienes de consumo y lo han hecho gracias a la asunción de conceptos como ese.

El ejercicio de análisis de un producto de éxito para mejorarlo suma ahora un componente decisivo: que encaje con lo que entendemos por economía circular, es decir, menor impacto y mayor rentabilidad.

El objetivo es razonable, ¿verdad? No solo eso. Es conveniente, y es beneficioso, para empresas, para entidades públicas y para la sociedad.

Exacto, creemos a pies juntillas en el rediseño de acuerdo a objetivos medioambientales. Porque eso significa creer en el futuro de las marcas y de los bienes de consumo, de una respuesta efectiva a consumidores y consumidoras, de una alternativa sin fecha de caducidad.

 

Índice de contenidos

  1. El difícil encaje de productos clásicos en un nuevo concepto de economía circular.
  2. Motivos por los que modificar un producto de éxito.
  3. Apoyos para implementar criterios de economía circular.
  4. Cuando se alcanza el difícil reto de rediseñar un producto de éxito.
  5. Emplear con acierto el lenguaje visual y no defraudar.

 

1. El difícil encaje de productos clásicos en un nuevo concepto de economía circular

Con asiduidad, cada vez mayor, nos enfrentamos al reto de rediseñar un producto de éxito.

Se trata, sin duda, de uno de los proyectos de mayor envergadura por la dificultad y las implicaciones que conlleva. Aunque es precisamente esa dificultad la que más nos motiva. Sí, somos un equipo al que le apasiona lo poco común y, por supuesto, los objetivos complicados.

¿Cómo afrontar la reformulación de un producto para mejorarlo y que encaje con un concepto de economía circular? Esa es la cuestión. Como hemos dicho, no es tarea fácil.

Todo ello debe lograrse sin perder la esencia de la marca ni sus valores tradicionales, aquellos que llevaron a la firma a un éxito de comercialización sin precedentes. Conocerla al dedillo será la primera gran tarea del equipo.

Pero no exclusivamente. Deben preservarse aquellas características que, además, hacen de ese objeto, alimento, empaquetado, etc., un clásico reconocible para millones de personas.

Estamos hablando de marcas y productos muy consolidados, que recordamos, además, con una mezcla de sentimientos, desde la añoranza al entusiasmo… Podríamos poner mil ejemplos.

 

cola

Incidir en una mayor durabilidad, longevidad, eficiencia o funcionalidad no es sencillo en este tipo de productos. Estaréis de acuerdo. Sobre todo quienes os habéis enfrentado alguna vez a una hazaña similar.

Empaparse de los valores, misión y objetivos de la empresa es imprescindible para alcanzar el objetivo propuesto, de su historia; como también lo es controlar a la perfección todas las innovaciones a nuestro alcance (materiales, técnicas de diseño, etc.).

Esto último tan solo lo da la experiencia, la formación y el interés por todo lo que suena y huele a nuevo y, por supuesto, a eficaz.

No solo eso. El conjunto de profesionales encargado de llevar a buen puerto tal proeza debe, además, conocer los retos a cumplir de acuerdo a los ODS, cómo conseguirlo mediante herramientas como el ecodiseño y cómo presentar a la sociedad ese cambio para que sea entendido y asumido.

En otras palabras, solo un grupo multidisciplinar, acostumbrado a trabajar sobre proyectos integrales y que piense en verde puede conseguirlo.

 

2. Motivos por los que modificar un producto de éxito.

¿Por qué querría una empresa modificar un producto ya de por sí exitoso? La respuesta es sencilla. Los tiempos cambian y hemos de cambiar con ellos.

Los consumidores se fijan ahora en características que antes pasaban por alto, como la composición de los bienes a consumir, la procedencia de los ingredientes, el ahorro energético que procuran… Hagamos un ejercicio de sinceridad, ¿cuánto tiempo dedicas a leer las etiquetas de los nuevos productos? Nosotros, cada vez más.

También la legislación al respecto muta de forma imparable.

Así las cosas, a una marca solo le queda el camino del cambio para seguir en la estela del éxito comercial, de la aceptación.

Este cambio puede afectar a la composición del producto: alimentos que restan azúcares para contribuir a nuevos hábitos de vida más saludables, vehículos que incluyen baterías eléctricas para el uso de combustibles alternativos…, o puede afectar de manera exclusiva a la imagen del mismo: empaquetado, carcasa… Ya sea con el fin de conceder a esos productos un plus de ergonomía y funcionalidad, o simplemente de mayor atractivo y belleza ante un público determinado.

Sea como sea, el cambio es una necesidad y ha de efectuarse con profesionalidad. El mercado está repleto de proyectos que resultaron un rotundo desastre y que dieron al traste con años y años de esfuerzo en campañas de branding memorables.

 

3. Apoyos para implementar criterios de economía circular

Soluciones de ingeniería avanzada para sectores industriales, desarrollo de proyectos pioneros ambientales en grandes ciudades, empresas de prototipado sostenible para el mercado alimenticio, agencias especializadas en ecodiseño y ecoBranding (aquí entramos nosotros)… Las respuestas se suceden por doquier en pro de la economía circular y de los retos ambientales del futuro más inmediato.

De hecho, actualmente, existen multitud de centros tecnológicos en la Unión Europea y en España que, dependientes de las administraciones públicas o de entidades privadas, ofrecen apoyo externo a todas aquellas empresas o instituciones públicas que deseen garantizar el rediseño de sus productos o servicios de acuerdo a criterios ambientales

En este sentido trabaja PRODINTEC, por ejemplo, un centro tecnológico español afincado en Asturias y especializado en el diseño y la producción industriales. Su objetivo: potenciar la competitividad de las empresas del sector mediante la aplicación de tecnologías y metodologías innovadoras ateniendo a objetivos sostenibles. ¡Casi nada!

Lo hace desde el proceso de diseño, realizando análisis de ciclo de vida (LCA) para evaluar el impacto ambiental de un producto, y el de fabricación, con el fin de minimizar el impacto ambiental al perseguir cero emisiones, cero residuos y cero defectos, tal y como explica en su pagina web. No es el único en nuestro país.

Otro buen ejemplo, este internacional, es el de la Fundación Ellen MacArthur, creada hace más de una década por la multimillonaria de mismo nombre con el objetivo de acelerar la transición a la economía circular de manera global.

Dicha fundación trabaja con gobiernos, instituciones y empresas multinacionales para construir una economía circular desde el ecodiseño, un nuevo modelo económico que su precursora desea convertir en uno de los principios de la economía de mercado y que se apoya, en buena medida, en empresas como Google para conseguirlo.

Su modelo económico se basa en el aprovechamiento de los recursos, en la apuesta por ciclos de vida de productos más dilatados, por la reparación… En definitiva, por un modelo integral respetuoso con el medioambiente: es decir, que apueste por el desarrollo sostenible y que implique a todos los sectores de la sociedad.

Sin embargo, apostar por la economía circular como nuevo pilar fundamental de una marca o producto no tiene por qué resultar abrumador. A veces, no es necesario llamar a la puerta de grandes institutos tecnológicos, corporaciones u organizaciones multinacionales para hacer efectiva esa apuesta. A veces, basta con que un equipo de diseñadores y comunicadores crea en un proyecto para hacerlo efectiva y real de manera sencilla.

 

4. Cuando se alcanza el difícil reto de rediseñar un producto de éxito

Existen muchos ejemplos de firmas que han rediseñado su producto estrella o servicio con gran acierto desde el punto de vista comercial, pero ¿y desde el ambiental?

La cadena de hamburguesas Burger King, sin ir más lejos, ha renovado este mismo año todos sus envases e imagen de marca, incluso el logotipo.

Esta modernización responde a dos objetivos: de un lado, potenciar el atractivo visual de la marca; del otro, apostar por la sostenibilidad con nuevos elementos que estarán presentes, incluso, en los puntos de venta y restauración de la multinacional.

Burger King, como muchas otras hicieron anteriormente, ha logrado con este cambio afianzar la predisposición a la compra de millones de consumidores y consumidoras. ¿Cómo? Con una imagen renovada sugerente, más funcional, en línea con los nuevos valores e ideales de su público (muy joven por excelencia), y que mantiene intacta su herencia: la evocación positiva de la marca en el imaginario de su clientela.

Ahora está por ver si ese cambio se plasma realmente en un modelo que huya de la economía lineal. En otras palabras, que cumpla con las expectativas generadas más allá del impacto visual obtenido hasta la fecha.

Si lo consigue, pasará a engrosar el ranking de empresas con una apuesta realmente honesta por la naturaleza. De lo contrario, su estrategia se quedará en un mero lavado de cara, habiendo así perdido la oportunidad de aprovechar el impulso para realizar un verdadero cambio de perspectiva económica.

Los cambios han de ser reales y nacer de las entrañas de cualquier corporación o pequeña empresa. Deben ser honestos. Al menos, esa es nuestra filosofía y, casi con total seguridad, la de la mayor parte de personas en esta sociedad.

 

5. Emplear con acierto el lenguaje visual y no defraudar

Todo cambio requiere ser entendido por la audiencia, asumido como necesario y conveniente. Para ello, es preciso emplear con acierto el lenguaje visual y no defraudar ante las expectativas que este genera.

Es decir, una marca no puede permitirse, hoy en día, apostar por una nueva imagen visual que denote mayor compromiso de la firma con el medioambiente si este no es real, si dicho compromiso no se ha materializado en aspectos básicos arraigados en la ecoinnovación y en los criterios respaldados por la economía circular.

En este sentido, la empresa puede hacer dos cosas: innovar en diseño para abrazar una fórmula de ecodiseño o apostar por la optimización de los procesos productivos y/o de los procedimientos de gestión empresarial. Es más, podría hacerlo todo a la vez, eso sería lo deseable. Y con el valor humano adecuado respaldando el cambio, muy posible.

¿En qué se traduciría esta respuesta ambiental por parte de las marcas? En beneficios reales para ella, para la sociedad y para el planeta. Hemos hablado de ello anteriormente en nuestro blog, pero volvamos a enumerarlos para dejar claro las enormes ventajas que dicho compromiso favorece:

  • Un aumento de la competitividad de sus productos y servicios.
  • La conquista de nuevos mercados.
  • La reducción de los costes por la optimización de recursos naturales o de otra índole, de los procesos productivos y de la distribución de bienes; por la minimización de la factura eléctrica, por el uso de fuentes de energía renovables…
  • Una mayor probabilidad de cumplimiento de legislación medioambiental vigente.
  • La mejora de la imagen de marca.
  • Una contribución decisiva a la preservación del medioambiente y de la salud de las personas (mejora en los procesos de gestión de los residuos, incremento de la vida útil del producto, etc.)

 

La innovación y diferenciación de bienes de consumo en pro de criterios ambientales no solo enriquece ese producto, enriquece a la sociedad. Te lo decimos nosotros, que lo comprobamos día a día.