A estas alturas nadie duda de que 2020, a pesar de todo, nos ha enseñado valiosas lecciones como sociedad; enseñanzas que van más allá de lo sanitario, lo económico o lo tecnológico, y que remueven los cimientos de un estilo de vida (el que llevamos en el mundo occidental) muy poco sostenible.

El packaging ecorresponsable se ha colado en la lista de nuevos propósitos a tener en cuenta si queremos hacer de este un mundo menos agresivo y propicio para la propagación de virus altamente descontrolables.

De hecho, la apuesta por este tipo de envases durante 2020 (prácticamente forzosa) ha puesto de manifiesto que ni es tan difícil diseñar packaging sostenible ni es tan costoso producirlo o asumirlo dentro de la actividad empresarial, más bien todo lo contrario, resulta altamente rentable.

Índice de contenidos

  1. Packaging ecorresponsable: la respuesta a un 2020 complicado.
  2. Aquello que ha venido para quedarse: Grab-and-go.
  3. Packaging fácilmente reciclable: requisito prioritario.
  4. Ahora más que nunca: protege tu producto.




1. Packaging ecorresponsable: la respuesta a un 2020 complicado

El pasado año puso patas arriba nuestra forma de consumir (entre otras muchas cosas). La nueva situación obligó a los prestadores de bienes y servicios a idear nuevas formas que facilitasen la adquisición segura de productos y, en el caso de la industria alimentaria y las actividades hosteleras, además, la degustación.

No tocar, no compartir, no permanecer en sitios cerrados, no quitarse la mascarilla si no es imprescindible…, demasiadas cosas a tener en cuenta.

Sin embargo, la experiencia ha puesto de manifiesto que el packaging ecorresponsable ha sabido estar a la altura, convirtiéndose en la respuesta a muchos de estos problemas y satisfaciendo perfectamente una demanda que necesitaba soluciones fiables y seguras.




2. Aquello que ha venido para quedarse: Grab-and-go

Llegar al establecimiento, coger el producto y salir lo más rápido posible. De eso va grab-and-go, una tendencia que ha sabido asumir el ecopackaging a la perfección.

Se trata de poner las cosas muy fáciles para no perder ni un minuto: desde la decisión de compra, para que sea lo más rápida posible, al proceso de empaquetado in situ, por ejemplo, en un restaurante.

En este sentido, el diseño pasa por priorizar la información sanitaria y nutricional, pues esta ha de visualizarse con mucha claridad (sin necesidad de manipular el empaquetado) y ser perfectamente legible, y aquella otra de carácter relevante para un tipo de consumidor cada vez más sensibilizado con su entorno natural y su salud, por ejemplo, la que brindan los sellos ecológicos.

Que el envasado nos deje ver parcialmente el alimento que contiene, al menos hasta el momento de transportarlo; que sea ligero, cómodo de llevar y estable son otros requisitos que el packaging ecorresponsable ha logrado asumir con notable éxito.




3. Packaging fácilmente reciclable: requisito prioritario

Otra de las cualidades que hemos visto crecer en la paquetería en general y en el ecopackaging en particular es la facilidad de reciclaje.

Desde envases confeccionados con diversos materiales que puede separar hasta un niño, a esos otros que tan solo emplean un tipo en exclusiva, para evitar esa labor de disociación, o que incluyen recursos compostables o cuyo proceso de reciclado es más económico, sencillo o sostenible, y no por ello menos seguro o higiénico que, por ejemplo, el plástico.

El factor clave, de hecho, es huir de este último como elemento de embalaje o de aquellos envoltorios que lo incluyen en pequeños porcentajes pero de difícil extracción en el hogar.




4. Ahora más que nunca: protege tu producto

Podemos hablar de protección en dos sentidos muy diferentes pero igualmente interesantes que se han convertido en tendencia indiscutible:

  • Desde el punto de vista de la salud encontramos una clara propensión a ese packaging que ofrece un plus en seguridad sanitaria, es decir, que protege por completo un alimento para evitar que se convierta en un elemento de transmisión de virus.
  • Desde el punto de vista medioambiental, especialmente relacionado con la paquetería y el comercio electrónico, vemos envases que evitan el deterioro del artículo sin recurrir a soluciones contaminantes en su interior, como las populares bolsas de burbujas de aire o de espuma, que son sustituidas por almidón de patata o cartón ondulado.

En resumen, podríamos asegurar que el presente año va a suponer la consolidación de un tipo de packaging que comenzó a generalizarse en 2020 a marchas forzadas, uno totalmente adaptado a las necesidades actuales en hábitos sociales, de compra, necesidades sanitarias, respuestas medioambientales y, por qué no decirlo, que reporte mayores beneficios y menores costes empresariales.